Formación Política

El 15 de enero de 1919 fue asesinada la luchadora marxista en Berlín.

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La figura de Rosa Luxemburgo es bien conocida más allá de las fronteras alemanas. Antimilitarista, marxista,internacionalista. Se han escrito cientos de páginas sobre su biografía y ésta aquí es para quien no la conozca. Su pensamiento como revolucionaria marxista de principios del siglo pasado contemplaba, claro, una sociedad futura mas justa basada en el socialismo. Una de sus particularidades es la de diferenciar el origen del poder de la «dictadura del proletariado» no en una élite, sino proveniente de las masas de trabajadores autoorganizadas.

Polaca de nacimiento, ya con 10 años en 1881 tuvo que sufrir su primer pogromo en Varsovia. Sus padres eran judíos. En su juventud formó parte del partido socialista clandestino polaco, que cofundó en 1982, y tuvo que exiliarse en Suiza. Allí hizo una tesis de doctorado sobre la evolución industrial de Polonia y después se mudó a Alemania, donde se unió al partido socialista SPD en 1898, del que fue parlamentaria. A principios del siglo XX se convirtió en la primera redactora jefe del periódico Leipziger Volkszeitung. Sus artículos abarcan todo tipo de problemáticas políticas ligadas a Europa. En 1903 fue condenada por injurias al káiser Guillermo II a dos meses de cárcel y en 1906 la encarcelaron de nuevo dos meses por “incitación al odio racial”.

Un año después comenzó a dar clases de marxismo y economía en la escuela del partido socialdemócrata. En 1912 viajó a París al congreso europeo de los socialdemócratas, donde pidió al resto de países que si comenzaba la guerra, declarasen una huelga general. En el SPD permaneció hasta 1914, cuando los socialdemócratas firmaron junto al resto de grupos parlamentarios la concesión de créditos para la guerra. Ya en 1913 había organizado manifestaciones contra la guerra que se comenzaba a vislumbrar en los Balcanes. Fue por ello que fue condenada a un año de cárcel, que cumplió en 1915. A los dos meses de ser liberada, la condenaron de nuevo por ser “un peligro para la seguridad del reino”. Al final estuvo tres años y cuatro meses en la cárcel.

Rosa Luxemburgo fue cofundadora del partido comunista alemán KPD en diciembre de 1918, tras la conocida como Revolución de Noviembre, que destronó a la monarquía. El káiser se había equivocado aupando a Lenin al poder en Rusia mediante la ayuda económica con el fin de debilitar al zar. Esta revolución en Rusia prendió la chispa de un movimiento que llegó a Alemania.

Tras la citada revuelta, el partido socialdemócrata se hizo con el poder. El partido comunista alemán, recién fundado, salió a las calles el 8 de enero de 1919 por el descontento que existía debido a que se trataba de un gobierno conservador y con la esperanza de llevar a cabo una revolución al estilo soviético, comenzando una guerra interna dentro de la gran guerra que estaba desgastando Europa.

Hasta hoy se discute la posición de Rosa Luxemburgo con respecto a la revolución rusa. El historiador Jörn Schütrumpf, ligado a la Fundación Rosa Luxemburgo y experto en su figura histórica, aseguraba al periódico Taz que “Rosa se mostraba irritada en relación a los acontecimientos de 1918 en Rusia” y que “Lenin y los otros no querían (al contrario que Rosa Luxemburgo) un pueblo trabajador de pensamiento crítico”, mientras éstos perseguían “una revolución desde arriba y la felicidad de la humanidad a través de coartar las libertades ciudadanas”, ella perseguía una revolución nacida de la libertad humana.

Sin embargo, como recuerda la vicepresidenta del partido alemán DKP, Nina Hager, doctora en filosofía, en el libro que dejó sin terminar Sobre la revolución rusa escribió en 1918: «El partido de Lenin fue (…) el único en Rusia, que representó los intereses verdaderos de la revolución (…), y por ello, el único partido que llevó a cabo una política realmente socialista”. En un pasaje posterior asegura que los bolcheviques llevaron a cabo por primera vez un programa práctico de políticas socialistas en Rusia.

Bajo el gobierno del SPD, Rosa Luxemburgo fue asesinada junto a Karl Liebneckt el 15 de enero de 1919 por los llamados freikorps, grupos paramilitares de extrema derecha, que contribuyeron a aplastar el levantamiento espartaquista en el que ambos habían tomado parte. Su cuerpo fue encontrado en un canal varios meses después.

La secretaria general del partido socialista SPD, Andrea Nahles, que pertenece al ala izquierda del partido, recordaba su figura con motivo del 150 aniversario de los socialdemócratas, que se celebró en 2013, con estas palabras: “Los programas y proyectos están vivos cuando encuentran personas, que dan un sentido a sus vidas. (…) personas combativas como Rosa Luxemburgo”. Sin embargo, el SPD no participa en los actos conmemorativos que se celebran en su memoria. Estos años se recuerdan como los más oscuros de la historia del partido socialdemócrata.

A pesar de su asesinato y del sangriento aplastamiento de la Revolución de Noviembre que costó la vida a miles de personas, el movimiento obrero consiguió ciertas victorias de las cuales el nombre de Rosa Luxemburgo se ha convertido en sinónimo: el derecho al voto libre y secreto, incluido el voto femenino, la jornada laboral de ocho horas, la libertad de coalición y el derecho a representación sindical.

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La Rosa Luxemburg Stiftung (RLS) toma su nombre de la gran revolucionaria del siglo XX y se declara como una institución partidaria de las tradiciones del socialismo internacionalista.

Rosa Luxemburg (1871–1919) fue una extraordinaria representante del pensamiento y la acción revolucionaria socialista en Europa. Trató con todas sus fuerzas de que se evitara la primera guerra mundial que ocasionó estragos de 1914 a 1918. Junto con Karl Liebknecht fue la más importante exponente de las posiciones internacionalistas y antimilitaristas en el partido socialdemócrata de Alemania. Fue una apasionada y convincente crítica del capitalismo y extraía de este análisis la fuerza de su acción revolucionaria. Llena de esperanzas, se congratulaba por la revolución rusa. Sin embargo, permaneció crítica y despierta como demócrata revolucionaria: en forma visionaria se opuso a la deformación estalinista de la revolución bolchevique.

Durante toda su vida Rosa Luxemburg perteneció a las minorías discriminadas, frecuentemente perseguidas. Por un lado, esta situación se debió a su nacimiento y destino. Siendo judía, aunque no tuviera ningún vínculo con la religión, no escapó del antisemitismo. Por otro lado, fue cuestionada por su deseo de vivir con autodeterminación, contra los prejuicios que regían a las sociedades de su época.

Ella se doctoró en una época en que muy pocas mujeres iban a la universidad, además fue políticamente activa en un momento en el que las mujeres que desempeñaban algún papel público eran cuestionadas, incluso por los partidos de izquierda. A pesar de su ciudadanía alemana, a los ojos de sus enemigos políticos siempre fue una extranjera por ser judía y polaca.

Fue una revolucionaria de izquierda, lo que en su patria de origen, Polonia -ocupada por los rusos-, eso era un crimen punible con la muerte y en el país que adoptó como suyo, Alemania, un motivo para una persecución permanente.

El destino de Rosa Luxemburg estuvo vinculado de modo inseparable al desarrollo del movimiento de las y los trabajadores alemanes, las luchas entre sus distintas tendencias y finalmente su escisión. Fue fundadora del Partido Comunista Alemán KPD (por sus siglas en alemán) y en su personalidad reunió de forma impresionante el compromiso político con su realización como persona. Precisamente, su concepto de libertad como “la libertad de los que piensan diferente” posee una fuerza conciliadora.

Las advertencias y señales de atención de Rosa Luxemburg se pudieron comprobar al principio y al final del sistema estalinista y su aspiración a una justicia con libertad continúa vigente.

Nadie puede quedar indiferente a Rosa Luxemburg, quien sin hacer concesiones y con voz poderosa defendió sus convicciones. Ella era de temperamento caluroso y apasionado, era capaz de conquistar a todos los que se le aproximaban sin prejuicios. Sin embargo, intimidaba a quienes no se sentían a su altura.

La lucha implacable de Rosa Luxemburg contra la guerra y el radicalismo con que insistía en el vínculo entre libertad política e igualdad social no han perdido su fuerza hasta nuestros días.

Todas estas razones han llevado a que la Rosa Luxemburg Stiftung, al asumir el nombre y los principios de esta revolucionaria, dedique un homenaje permanente a esta socialista democrática.

Esta mujer socialista creía que el socialismo no era un servicio a ser concebido a los otros, mucho menos un regalo ofrecido por una parte de la sociedad a los oprimidos y explotados, creía que la política socialista y el socialismo deberían emerger de un movimiento común, voluntario y consciente de todos los desprivilegiados.

Rosa Luxemburg consideraba la sociedad socialista, por la cual luchaba, como profundamente pacífica, como una forma de vida humana en comunidad, donde todas la causas de la guerra y de la barbarie deberían ser eliminadas, su profundo deseo de paz hizo que defendiera el socialismo con toda pasión.

Fue entonces una mujer que sembró polémica y movimiento, consideraba que la clase social no era solamente una condición social, la clase se expresaba como tal al convertirse en movimiento social. Le exigía transparencia y democracia a la izquierda y en la revolución social que ella quería alcanzar a través de una lucha constante por la hegemonía, debería ayudar a cambiar de manera duradera la correlación de fuerzas dentro de la sociedad.

Uno de sus más emblemáticos postulados es el que dice que “Libertad es siempre la libertad de aquellos que piensan diferente” y esto no por fanatismo por la justicia, sino porque todo cuanto hay de estimulante, saludable y purificante en la libertad política, depende de ese carácter esencial y deja de ser eficaz cuando la libertad se torna en privilegio.

Publicaciones sobre Rosa Luxemburg

En nuestra Mediateca tenemos sus obras asi como las cartas coleccionadas de Rosa Luxemburg en alemán para su consulta.

Para encontrar material sobre Rosa Luxemburg en español consulta nuestro catálogo o la sección en nuestro sitio web:  http://www.rebelion.org/docs/17281.pdf

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-Etica y libertad

Por Pablo Raúl Fernández.

sociolólogo y politógolo.

Ernesto Che Guevara era un idealista, pero el suyo era un idealismo ético, que no debe confundirse con el llamado idealismo filosófico. Por el contrario, el moralismo de las clases dominantes, en realidad, su inmoralidad, siempre protege la ausencia de libertad, la desigualdad, la explotación, ni bien se determinan ásperos antagonismos de clase.

El contenido del nuevo ideal moral deriva de una profunda necesidad social, de una cálida aspiración, de una enérgica voluntad de algo distinto, de algo opuesto a lo que existe. En pocas palabras. El ideal moral es el conjunto de deseos y aspiraciones que provoca el antagonismo con el estado de cosas existente.

El ideal moral así entendido es un medio de reunir e incitar a las fuerzas transformadoras en la lucha contra el ordenamiento existente y se constituye en una palanca poderosa para superar ese estado de cosas.

La moral revolucionaria, entonces, no es sólo negación, contradicción, sino medio para reunir e impulsar a las fuerzas de las clases oprimidas. Surge de las condiciones económico-sociales, del desarrollo tecnológico de cada sociedad nacional, y del desarrollo cultural y al igual que el instinto social, el ideal moral no es un fin, sino una fuerza, o bien un arma en la lucha social por la existencia; el ideal moral es un arma particular en la particular situación de la lucha de clases, en la lucha por la liberación nacional.

Los héroes de que hablaban los historiadores burgueses, como Guizot, Michelet, Carlyle, eran ‘iniciadores’, ‘grandes’, que parecían generarse respecto de su época. El hombre nuevo del que habla el socialismo, no es aquel quimérico héroe de los clásicos o de la historiografía liberal-reaccionaria del Siglo XIX.

El viejo Jorge Plejanov decía que las particularidades individuales de las personalidades eminentes determinan el aspecto individual de los acontecimientos históricos, y el elemento casual, desempeña siempre cierto papel en el curso de estos acontecimientos, cuya orientación está determinada, en última instancia, por las llamadas causas generales, es decir, por el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones mutuas entre los hombres en el proceso económico-social de la producción, que aquel determina. Pero hay en realidad una interdeterminación, una interrelación entre persona y medio, que no es mecánica sino que se transforma dialécticamente en creación.Lo dijo Mariátegui, el socialismo es ‘creación heroica’.

Guevara reflexionó en forma creadora sobre este tema de la moral revolucionaria, sobre el rol del individuo y de las masas en una sociedad en la sociedad.

Sostenía que hay una estrecha unidad dialéctica entre el individuo y la masa, y que esta como conjunto de individuos, se interrelaciona con los dirigentes.

En cuanto a individuo, Guevara señalaba que como producto no acabado, los aspectos negativos del pasado se trasladan al presente en la conciencia individual, y que para erradicar esa falsa conciencia, debía realizarse un trabajo continuo.

Persona y autoeducación

Un proceso doble, donde actúa, por un lado la sociedad con la educación directa e indirecta, y en donde el individuo se somete también a un proceso de formación o autoeducación.

En los momentos revolucionarios es fácil potenciar los estímulos morales, pero para mantener esa nueva conciencia que se forja con el desarrollo de la nueva sociedad es necesario desarrollar una conciencia en la que los valores adquieran categorías nuevas, y para ello, decía el Che, ‘la sociedad en su conjunto debe convertirse en una gigantesca escuela’.

En el período de construcción del socialismo, señalaba Guevara, ‘podemos ver el hombre nuevo que va naciendo. Su imagen no está todavía acabada; no podría estarlo nunca ya que el proceso marcha paralelo al desarrollo de formas económicas nuevas’.

El camino es largo y lleno de dificultades. A veces, por extraviar la ruta hay que retroceder; otras, por caminar demasiado aprisa, dirigentes y masas se separan. Para lograr los cauces que permitan un crecimiento armónico y creativo, es necesario crear los mecanismos, las instituciones revolucionarias que permitan la ‘identificación -decía el Che- entre el gobierno y la comunidad en su conjunto, ajustada a las condiciones peculiares de la construcción del socialismo y huyendo al máximo de los lugares comunes de la democracia burguesa’.

Advertía Guevara que es preciso acentuar la participación consciente, individual y colectiva, en todos los mecanismos de dirección y producción y ligarlos a la idea de la necesidad de la educación técnica e ideológica, de manera que sienta cómo éstos procesos son estrechamente interdependientes y sus avances son paralelos. ‘Así logrará -decía el Che- la total conciencia de su ser social, lo que equivale a su realización plena como criatura humana, rotas las cadenas de la enajenación’.

Agregaba que ‘esto se traducirá concretamente en la reapropiación de su naturaleza a través del trabajo liberado y la expresión de su propia condición humana través de la cultura y el arte’.

Sin dogmas ni teoremas

Guevara no creía que el socialismo, su construcción, fuera un dogma o un teorema. Tampoco una forma de capitalismo de Estado. Por eso reflexionaba diciendo que ‘el socialismo es joven y tiene errores. Los revolucionarios carecemos, muchas veces, de los conocimientos y la audacia intelectual necesaria para encarar la tarea del desarrollo de un hombre nuevo por métodos distintos a los convencionales y sufren de la influencia de la sociedad que los creó. La desorientación es grande y los problemas de la construcción material nos absorben.’

Es por eso que pensaba que la lucha contra el dogmatismo y la superficialidad, era una tarea de todo momento en la construcción delsocialismo.

En su carta a ‘Marcha’ de Montevideo, publicada por el semanario el 12 de marzo de 1965, titulada ‘El socialismo y el hombre en Cuba’, Guevara concluye de la siguiente manera:

‘Nosotros, socialistas, somos más libres porque somos más plenos; somos más plenos por ser más libres’ y agrega después: ‘el camino es largo y desconocido en parte; conocemos nuestras limitaciones. Haremos el hombre del siglo XXI: nosotros mismos. Nos forjaremos en la acción cotidiana, creando un hombre nuevo con una nueva técnica. La personalidad juega el papel de movilización y dirección en cuanto encarna las más altas virtudes y aspiraciones del pueblo y no se separa de la ruta’.

Las nuevas generaciones

Esta era la moral revolucionaria de la que hablaba el Che, es su gran legado a las nuevas generaciones latinoamericanas. El Che era férreo mojón del hombre nuevo, y así los testimonió con su propia vida, con su propio desinterés, con su abnegación. Como en los casos de John Reed o Norman Bethune, y en el de tantos otros.

Hay muchos temas para recordar en la vida polifacética de ese hombre que murió a los 39 años, cuando todavía se podía esperar lo mejor de su preclara inteligencia. Pero lo que se debe aprender de él, antes que nada, es su mensaje de libertad para los oprimidos, para todos los hombres y mujeres de esta América latina sufriente y para todos los pueblos y naciones oprimidas.

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